Crecer es aprender a despedirse*. Esta frase no es mía, pero tras pocos días de haber dejado Reino Unido me encaja a la perfección. Porque despedirse nunca es fácil.

En los últimos tiempos y cambiando de lugar cada pocos meses o semanas, despedirse se ha convertido en una constante, siendo el precio a pagar por crear lazos con la gente que te encuentras por el camino. Esos con los que compartes momentos que te permiten forjar enriquecedoras amistades y consiguen hacer del mundo un lugar más pequeño.

Dejar un lugar siempre encierra gran cantidad de sentimientos de muy diversa índole, difíciles de describir. Me ha ocurrido en todos los lugares donde estuve este último año y medio. Que menos que hacer mi pequeño homenaje a modo de recordatorio.

La familia francesa con la que compartí un verano en los Alpes franceses, voluntarios y compañeros de fátigas de tan diversos países como Italia, Canadá, Bulgaria, Australia, Bélgica, Francia, Alemania, Suiza, Eslovenia, Polonia, España…, esa familia de Nepalíes, que me invitaban a café cuando viví en Gales, esa jefa hippie, neozelándesa y loca como un cencerro, el granjero que me echó de su granja, gente pérdida y algo desesperada luchando con el idioma en busca de un futuro, el compañero de trabajo (ex-) politoxicómano al que me costó una semana empezar a entender algo de lo que me decía, los compañeros del programa de radio que grabé, etc, etc, etc…

Todas estas personas y personajes que te encuentras y los lugares por donde pasas forman definitivamente parte de tu equipaje, éste no pesa, ni tienes que facturarlo el día que vuelas a otro lugar pero es lo más preciado que te puedes llevar.

Así tras unos nueve meses en distintos lugares de Reino Unido, me queda buen sabor de boca y una experiencia que me ha permitido conocer mejor este país, su cultura y a mí mismo, confirmar que es posible viajar con gasto cero durante muchos meses y autofinanciarse.

Por supuesto que queda mucho por ver todavía… Además, quizás esto solo es un «hasta luego» porque ya sabes, el destino es ese cabrón que se ríe mientras nosotros hacemos planes.

Alberto Roldán.

*R. Mejide "Crecer es aprender a despedirse".